domingo, 5 de mayo de 2013

Tractatus logico-philosophicus


Mahmud Cygnus fue el primer y único ganador del Campeonato de Masturbación de Viena. 


En 1975 la capital austriaca acogió el polémico campeonato en un auditorio especialmente creado para la ocasión (y que tras los desafortunados acontecimientos que desencadenó el campeonato sería demolido), el auditorio Ludwig Wittgestein. Wittgestein, brillante filósofo austriaco, dio nombre al peculiar auditorio, pues es sabido por todos que el pensador fue uno de los más célebres masturbadores vieneses del XIX. 

Ludwig Wittgestein no sólo reconocía abiertamente y reivindicaba su pasión por el onanismo, sino que también fue pionero en la creación de nuevas técnicas masturbatorias, tales como la masturbación con ranas, la masturbación quince minutos al sol, o la más arriesgada, la del hierro candente en el glande. Aún así, esto no tuvo nada que ver con el desafortunado cáncer de próstata que le daría muerte, aunque sí que agravó su situación el hecho de negarse a cesar la masturbación a pesar de su enfermedad, y las toxinas de los plásticos con los que envolvía su miembro multitud de ocasiones, los que según él "le otorgaban poderes sexuales y le transportaban por el espacio y el tiempo".

El Campeonato de Masturbación de Viena era una excusa para demostrar las buenas relaciones de Austria y hacer venir a concursantes de todas partes del globo. Aunque el campeonato acogió concursantes célebres y pintorescos, como el japonés Ishiro Watanabe, apodado "el alien" por una extraña deformación que le hacía crecer un pene diminuto dentro de su propio pene, o Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela, el personaje que nos ocupa, como no podía ser de otra forma, es su ganador, Mahmud Cygnus. 

Nacido como Mahmud Avraam, decidió cambiarse el apellido por el de Cygnus para tener éxito en occidente. Mahmud era un campesino sirio que viaja a los Estados Unidos para conseguir un trabajo decente y poder así dar de comer a su mujer y a sus hijos. Fue demostrado después que su mujer, carente de extremidades por un desafortunado accidente, sufría los continuos abusos de Cygnus, y que al ser hermanos los hijos sufrían varios trastornos físicos y mentales. Sea como fuera, Mahmud Cygnus sufre un buen día un accidente en la fábrica en la que trabaja: un hierro al rojo vivo le atraviesa la palma de la mano, creándole un círculo casi perfecto. Tras meses de recuperación, el destino le hace ver a Cygnus en las noticias del mediodía un anuncio sobre el Campeonato de Masturbación de Viena. Animado por la desorbitada recompensa en metálico, y con el agujero de su mano derecha ya cicatrizado, por el que cabía justamente la medida de su miembro, lo deja todo y parte a Viena, abandonando sus queridos Estados Unidos. 

Lo que ocurrió allí es historia. Adjuntamos unas declaraciones suyas aparecidas en el New York Times tan solo un año antes de su muerte: 

Aquella semana fue mágica. Tuve que batirme contra 350 personas más, en un gigantesco auditorio, tan vacío que parecía una especie de pabellón abandonado. No había sillas ni nada... una construcción extensa con 350 hombres sentados en el suelo, y aproximadamente otros cien supervisándolo, en pie, aguantando a veces horas. [...] El éxito se lo llevaba el que más aguantase hasta eyacular. En grupos de diez, supervisaban y ponían a prueba nuestra resistencia, yo me ayudaba del agujero de la mano, recuerdo mi vaivén lento pero constante [...] los otros participantes movían la mano rápido, casi no podía ver el pene de nadie, la mayoría de los casos sólo veía borrones de color carne. Muchos lo tenían difícil al ser homosexuales [...] les sorprendía mi movimiento constante, mi capacidad para aguantar horas.  Obviamente tenía que pensar en algo que no me produjera placer sexual. La imagen de mi hija pequeña, esperándome en la puerta desde hace ya cinco años, preguntando por su padre, me rompía el corazón. Recordaba las aburridas películas de la hora de comer, o a David Bowie. [...] Iba escalando posiciones hasta que me las vi con el ganador de cada grupo de diez. Ver a los perdedores era desolador. Soltando sus efluvios bancos, llorando a veces por la derrota. A veces me parecía ver en sus mentes, imaginando escenas escabrosas, niños, animales, muertos, cualquier cosa para retrasar su final [...]

Sobre su éxito al final del campeonato, Mahmud Cygnus nunca quiso decir demasiado. Por la red oculta circulan algunos vídeos que dicen contener la final de este campeonato. Cygnus siempre se mostraba taciturno y esquivo al llegar a esa parte. Unos dicen que su último rival, el ruso Karl Kremer, sufrió un infarto tras dieciséis horas de masturbación. Kremer era el favorito, por encima incluso que Cygnus. De tan solo veinticinco años, los jueces lo tenían en muy alta estima. La hipótesis de la muerte de Kremer se desmintió hace dos años cuando se descubrió que trabajaba como albañil en Detroit, había prosperado y tenía tres hijas. 

Lo que sí es cierto es la ceguera que sufrió Cygnus al acabar ese día del campeonato. Quien iba a pensar que la superstición de que la masturbación lleva a la ceguera era cierta, cuando el semen de Karl Kremer salió disparado hacia los ojos de Cygnus, corrosivo y concentrado tras horas de represión, quien sabe si fue un accidente o fue dirigido a propósito por Kremer como venganza. Sea como fuere, el suceso hizo a Cygnus perder los nervios y el miembro, ya ensangrentado por el esfuerzo, se le volvió pequeño y flácido, al no poder volver a concentrarse. Cygnus jamás eyaculó. Hicieron falta horas de negociaciones entre el jurado para determinar la victoria de Mahmud Cygnus, pues las reglas estimaban que debía haber eyaculación. De todas formas, su victoria le proporcionó fama y dinero durante años, asegurándose así el mantenimiento de su familia hasta el día de su muerte. 

Mahmud Cygnus murió el 15 de abril de 1989, tras partirse la mandíbula al escurrirse en la bañera.