Esta entrada es sólo para partirte el cerebro en pedazos. Puede que esté en tu clase y no lo sepas. Puede que viva cerca de tu casa. Puede que conduzca tu metro. O quizás, solo quizás, viva detrás de tus orejas. Susurrándote cosas que no deberías hacer. Contándote mentiras perfectas. Hilando fantasías con mis patas de araña. ¿Cómo sabes que no tengo patas de araña?
Sólo puedes verme por el rabillo del ojo, cada vez que ves algo moverse por la esquina de tu espejo, exacto, ahí estoy yo. ¿Que tu espejo es redondo? Entonces no quieras saber lo que pasa. Soy la pesadilla que atormenta a los gusanos, el gusano de pesadilla que habita en la tormenta, el tormento pesado que habita en el gusano.
Mi trabajo... labores de espionaje, sobretodo, esquivando supernovas, soy un detective en un hoyo de la Luna, si intentas buscarme morirás de tedio. También soy un hombre espacial, sin rumbo, y un puñado de épicos adjetivos del espacio exterior, y del espacio interior, y de donde haga falta. Toda la grandilocuencia de lo indefinido y desconocido, hasta el infinito y más allá, de nuevo en la brecha, compañeros.
Existe también la posibilidad de que no sea ninguna de esas mierdas rimbombantes. Solo un tipejo que viaja en el metro y hace los deberes, que busca líneas de tiempo que no existen, que inventa mundos porque el suyo ya lo han desbaratado bastante.
He visto una navaja deslizarse por el filo de un caracol, he vivido historias que nadie recuerda, he quemado libros que yo mismo he escrito. Un salto al vacío, perpetuo y terco, no sé lo que significa, pero suena genial. Al final se reduce a eso, nadie puede definir, sin usar cierta ironía, esta historia de aventuras erótica con un toque detectivesco, y naves espaciales, y cuentos de terror, que es la vida de uno.
Te deseo un buen fin del mundo, no sin antes desearte unas buenas noches.
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